viernes, 24 de febrero de 2012

27.Caminatas por Tiflis

Estación de metro Plaza de la Libertad,
Tiflis Georgia, Febrero 2012






















El olor de las palomitas de maíz ilumina durante el día los lóbregos pasajes subterráneos de Tiflis. En los túneles que conectan la avenida Rustaveli con la calle Pushkin, y esta última con la avenida Baratashvili se pueden encontrar,-entre puestos de fruta y prendas de ropa interior tejida en lana-, libros de historia, diccionarios y ejemplares del poema épico nacional georgiano. Los obscuros pasadizos que cruzan el río Kura, bajo el puente Baratashvili, han auspiciado sin duda más de algún amorío tiflisiano.


Parque Vake, Tiflis, Georgia
Febrero 2012






















Al otro extremo de la ciudad, más allá de la Plaza de la República, siguiendo por Rustaveli, se llega al Parque Vake, donde niños y niñas con la cara pintada de ilusión acudían con sus padres, sus madres o sus abuel@s tirando de pequeños trineos, buscando sacarle el mejor partido al invierno. En Tiflis pude además comprobar que una buena parte del teleauditorio georgiano está enganchado a La Casa de al Lado una telenovela producida en Estados Unidos por la cadena Telemundo, y doblada del español, en el típico estilo de la interpretación simultánea. Ya en Batumi había estado en un restaurante donde la familia que lo regentaba parecía hipnotizada por la dichosa telenovela. Y aunque dejasen a los clientes un poco a la deriva, me hizo gracia ser testigo de su devoción televisiva y del ardor con el que discutían durante la publicidad acerca del destino de una tal Ignacia.

Pasaje subterráneo en el distrito central de Tiflis, Georgia
Febrero 2012






















Observé a las familias georgianas por la calle y en los restaurantes. Me llamó la atención una tierna complicidad entre madres e hij@s, que delataba un juvenil brillo en los ojos de las primeras, aunque fuesen ya mujeres maduras. Me agradó la capacidad de l@s georgian@s de pasar desapercibid@s, de desvanecerse a lo largo de las aceras calladamente, sin dejar rastro. Pero también celebré su jovialidad sentad@s a la mesa, devorando kilos de carne roja y bebiendo litros de vino y de otros brebajes. 

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